CONDOR JIPIÑA, quiere decir nido donde duerme el cóndor, dicen que
antiguamente existían Cóndores que venían de la Cordillera de Huayna Potosí en
busca de ovejas y al atardecer preferían descansar en ese lugar de serranías y
rocas de Cohana que inclusive permanecían nevadas, debido a que la
"puna" se caracteriza por días y noches muy frías.
Kuntur
Jipíña sigue siendo un refugio adecuado para aves rapaces, que hasta hoy van
durmiendo los suerte marías, allqamaris, mamanis, pakas y p’isaqas. Cuando caen
fuertes nevadas, todavía algunos pequeños Kunturis vienen desde la Cordillera
hasta los cerros de kallami y mamit uta en busca de su alimento. El lugar es un
terreno descansado por rotación por lo que producen papas demasiado arenosas
que tiene un sabor especial.
Según el historiador Donato Gomez Bacarreza ( ),
cuenta que el Condori es un caballero, alto, buen mozo y con un impecable traje
oscuro y una chalina blanca. Así dicen que se presenta a las jóvenes el cóndor
en el altiplano.
“Hace mucho tiempo, cuando los animales se
transformaban en personas y hablaban como nosotros, una joven pastaba sus
ovejas, mientras hilaba”. Gómez inicia así la historia de El cóndor y la joven.
“Un día, este caballero se acercó a la muchacha,
se hicieron amigos e incluso pastaban juntos el ganado. Ambos se enamoraron y
un día el galán se preguntó \'¿cómo me la puedo llevar?\'. Hizo jugar a su
amada y de pronto se la llevó a su nido, donde se transformó en el mallku. La
joven no podía creerlo, su enamorado era el cóndor”.
El
animal no la trasladó para comérsela, sino para vivir con ella. “Una lección de
que el hombre y el animal pueden vivir juntos en la naturaleza”, formula el
aymarista
Mientras el cóndor traía comida, ella lloraba y
decía que no comería carne cruda. Ante ello, el ave bajó al campo y buscó
cenizas para freír la carne. No obstante, la muchacha seguía triste, quería
volver a casa. Y fue un loro el que escuchó el llanto y avisó a la familia para
que la rescaten.
El mallku empezó la búsqueda y llegó hasta la
casa de la joven, donde fue escondida por su madre en un cántaro. El cóndor
lloró desconsoladamente con las alas extendidas, mientras la madre le lanzaba
piedras. Tiempo después, el cóndor se fue, destaparon el cántaro y sólo
hallaron huesos blancos y sangre, quedan la maldición de las lágrimas del
cóndor.
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Sitio Muq'ulli de Cohana. |
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